2007/11/24

Delirio

Una sensación de desenfreno total corría por sus venas, sentía como cada fracción de su cuerpo se entregaba a aquel sentimiento que jamás, en toda su larga existencia, había sentido con tal fervor. Tenía ganas de correr, saltar, gritar, salir de esa habitación de anómalas e irregulares paredes, llenas de moho y polvo que guardaban en su memoria años de recuerdos, buenos y malos, dichosos y desdichados, que albergaban en su más pura esencia a la soledad.
Millones de pensamientos recorrían su mente, divagaciones sutiles que le envolvían, le acechaban, mostrándose como un subterfugio para huir de aquella melancolía que, a fin de cuentas, era más que un simple sentimiento, era parte de su vida. Lo había acompañado desde su nacimiento hasta la vejez, era, ante todo, su pareja, lo escoltaba en sus acciones y decisiones, sumida en mutismo, pero ahí, siempre... siempre. Incluso en aquella habitación que le resultaba ajena ahora, estaba con él, mirándolo desde uno de los recodos, silenciosamente, sólo mirándolo, observándolo, contemplándolo...


Un estruendo, pasos, un hombre, un grito. Una vida que se va.

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